22 de mayo de 2013

Best Blog Award

Si alguien ve al señor Murphy que le de una colleja, por favor. Pero una colleja de las buenas, ¿eh? De las de calidad. ¡De las mismas que le daba su mamá a Manolito! ¡Que la sienta! ¡Que le hiervan las entrañas! Y sobre todo, ¡que no la vea venir! ...... ¿cómo? Sí, gente, sí, el señor Murphy, el de las leyes, el que te jode la vida cuando la tostada se te cae sobre el lado de la mantequilla sobre el suelo lleno de polvo (que la semana pasada te acordaste que tenías que barrer pero decidiste procrastinar y ahora te lamentas), ¡ése mismo!

¿Que por qué? Pufff... pues verán, estaba una tan tranquila con su vida reducida a mirar para el choopla y husmear blogs ajenos (para qué lo voy a negar) cuando se dijo "¿y si hago yo un blog?" y ¡dicho y hecho! se puso a escribir... y tan pronto como escribió la primera letra, el mundo se le puso del revés, le surgió trabajo de profesora de yoga (¡por fin!) y de traductora (desde casa), todo ello sumado a que el choopla entró en modo gateo (o más bien, una fusión entre el modo gateo y la fase vertical) y, amigas, se nos jodió el invento. Todo a la vez, no, por favor, que una es muy endeble y le faltan horas para llevar a cabo todas estas funciones cuando el choopla se come 22 horas de las 24 que hay en el día (y cuando además se me había olvidado mentar mi blog japonés, que tengo desde hace casi tres años, creo, y que antes actualizaba sin dilación y ahora de pascuas en ramos, para que vean que no es sólo a ustedes a quienes tengo abandonadas). La vida es dura, y se me acabó lo de ir arrastrándome por la casa rezongando "me aburro" (aunque el choopla me provea de entretenimiento gratuito sin fin).

Y así han ido pasando los días, y las semanas... y casi, casi me olvido de que tengo un blog, si un alma caritativa no se pasa por la página de FB (que aún existe, sí) y me deja caer que me ha otorgado el Best Blog Award, así, con todo el glamour con el que suena. Y encima no es la primera vez, si no la segunda. Y en medio de mi vagancia y de mi estupor hacia la generosidad de estas buenas personas que otorgan premios a una descarriada de mi nivel, que no actualiza jamás, me he dicho, ¡o ahora o nunca! Así que recojo el premio agachando la cabeza de vergüenza, pero lo recojo, que para esto una es muy chula.



Copio descaradamente de El Mundo Con Canicas, que ha sido quién me ha nominado por segunda vez, la primera fue Maternidad en 2 Lenguas para contaros que "Best Blog Awards es un premio otorgado de unos a otros bloggers, en concreto a aquellos que se encuentran en sus inicios de la aventura para, de este modo, darles a conocer entre la comunidad bloguera".

Las normas a seguir son las siguientes:

1. Nombrar y agradecer a quien te premió y hacerte su seguidor (¡GRACIAS, GRACIAS!)
2. Responder a 11 preguntas que te formulará quien te lo otorgó.
3. Nominar a otros 11 blogs que te gusten, que acaben de empezar y tengan menos de 200 seguidores. Informarles de que han sido nominados.
4. Hacer 11 preguntas que deberán contestar los premiados.
5. Visitar los blogs que han sido premiados junto contigo.
6. Y of coursísimo, evitar nominar a quién ya te nominó xD

A continuación procedo a responder las cuestiones jeje...

1. ¿Con qué libro disfrutaste muchísimo?

Uffff... con tantos, que ahora mismo ni me acuerdo... con decirte que casi ni me acuerdo lo que es la lectura... pero creo que si tuviese que decir uno, para que os pique la curiosidad y vayais a comprarlo YA, es "Never Let go" de Kazuo Ishiguro. (La película no le hizo justicia, no os dejeis engañar)

2. ¿Te gusta hacer postres o eres más de salado?

La cocina, en general, no me gusta, aunque si hay que hacerlo se hace.
Prefiero cocinar "salado" porque hay que ser muy tiquismiquis con las medidas para los postres y no se me dan especialmente bien, aparte del pringue que suelen conllevar.

3. ¿De pequeña/o qué querías ser de mayor?

Peluquera (no voy a decir más... que luego lo usáis en mi contra).

4. ¿Te imaginabas algún día creando un blog?

Pues depende del espacio temporal de la pregunta, si se refiere a cuando no sabía que los blogs existían pues no, no me lo imaginaba (qué astuta soy, ¿eh?) Pero como después de querer ser peluquera siempre quise escritora, me da en la nariz que muy raro no va a ser.

5. ¿Eres más de playa o de montaña?

De piscina, por favor.

6. ¿Qué época del año te gusta más?

Por lo general, si no llueve mucho, el invierno. El invierno japonés, sobre todo, con ese cielo azul infinito y el frío que se te cala en los huesos, y ese aire tan límpido y seco que siempre promete sorpresas.

7. ¿Qué comida es la que más te gusta?

La india y la japonesa, con diferencia. No podría escoger una sola de estas dos.

8. ¿Tienes animales en casa?

Tengo un choopla y un camello, no te digo más.

9. ¿Qué cosa te da mucha pereza hacer?

Levantarme por las mañanas jeje... aunque una vez levantada ya no me para nadie.
O salir por la tarde si me he tirado toda la mañana haciendo el vago... yo o salgo desde la mañana, o ya pasado el mediodía mis ganas de cambiarme, arreglarme y salir van siendo inversamente proporcionales a lo avanzado de la hora.

10. ¿Sigues mandando postales cuando vas de viaje?

Huy, esto creo que no lo he hecho nunca... ¡cambiemos la respuesta anterior! Lo que me da mucha pereza es mandar postales... comprarla, escribir cuatro líneas en las que no puedes decir nada, y encima buscar un sello, y un lugar para enviarla. ¡Quita, quita!

11. ¿Qué sitio te gustaría visitar?

¡Tantísimos! Bali es una de mis utopías. Pero también Nepal, y sobre todo volver a la India y recorrer más y con más calma.



THE END.


Por razones de logística (que no tengo tiempo ni para respirar) mis actividades husmeando blogs ajenos se han visto tremendamente reducidas y me encuentro incapaz de nominar a 11 aventurer@s. Tras sopesarlo largamente, y haber decidido no seguir dejando el tiempo correr, que si no nunca me pondría y quedaría como una tremenda desagradecida, he decidido nominar primero a los que pueda, e ir añadiendo más adelante a la lista cuando vaya pudiendo.

Ahí van (temática muy variada, ¡advierto!):

1. The Amazing Blog From Outer Space
2. Teta e Coliño
3. Los abrazos de Alejandro
4. Anitateca
5. ES POR LA LLUVIA
6. Tierra de Gaviotas
7. Las Monerías de Mamá Pata
8.
9.
10.
11.

Las preguntas a responder son las mismas a las que ha respondido una servidora.




¡A DIVERTIRSE! (y no sean tan vaguetes como yo... ¿eh?)

1 de mayo de 2013

Gymkhana burocrática (5): Le livret famille

Yo pretendía ser una bloguera de bien, como he dicho anteriormente, y publicar religiosamente los lunes y jueves, pero debido a recientes cambios en la casa del desierto (la menda ha empezado a dar clases de yoga y hacer traducciones como freelance, que suena muy fashion) la distribución del tiempo ha sido alterada, con lo que publicaré cuando quiera y pueda, que espero sea dos veces a la semana, ¡pero me reservo decirles cuándo! Para eso, dígnense ustedes seguirme en twitter y la página de FB, ¡que estamos muy solitos!

Pero volviendo al tema que nos atañe, o lo que es lo mismo, la interminable gymkhana burocrática: he de hacer público hoy que, desde ayer (último día de abril, ¡1 año y casi 1 mes después de empezar la tortura!) hemos recibido el único, el inimitable, el irremplazable libro de familia del desierto. (Que no el de la tierra de la piel de toro, este se va a hacer esperar)

Contaba en la última anécdota burocrática que tuvimos la capacidad en nuestras manos en noviembre del año pasado, y que el juzgado del desierto no dictaminó el matrimonio hasta el 28 de febrero. ¿Y qué pasó entremedias? Se preguntará el avispado lector. Pues pasó que tuvimos que presentarnos a tres o cuatro audiencias judiciales (una de ellas reservada, pero con cuatro jueces, dos testigos, y el hermano de Don Daddy como traductor de la menda, o sea, reservadíiiiisima) y pedir papeles inexistentes que no nos fueron otorgados, todo muy en la línea gymkhanesca.

Como perla, les puedo hablar del fantasmal certificado de cohabitación (traducción libre made in yo misma) que nos fue requerido al presentar los papeles en el juzgado.

He de decir aquí que el nuestro no es un matrimonio normal ya que, como he dicho en otras ocasiones, tener un choopla fuera del matrimonio podía convertirse en razón para que Don Daddy acabase entre rejas por lo que era necesario andar con pies de plomo y hacer las cosas como es debido. Para ello, declaramos llevar viviendo juntos desde finales del 2011 (lo cual es cierto y, aunque ilegal, existiendo dos testigos y aunque no haya papeles de por medio, se considera matrimonio). Y aquí entramos en bucle de absurdez sin fin, cuando nos pidieron un certificado que acreditase este hecho. (Que alguien me explique dónde se pide un certificado de que has hecho algo ilegal para presentar al juzgado como prueba lícita de ciertos hechos) Y allí nos fuimos, a donde el jefe de la tribu, a pedir el papel en cuestión. El jefe, como buen abusón, afirmó no conocernos de nada, no saber si lo que decíamos era verdad, y no poder expedir el documento en cuestión (¡qué menos!) y así volvimos a la carga una y otra vez, para toparnos siempre con la misma respuesta y, por último, una nueva idea "si vienen ustedes con una orden judicial para que les haga el papel, yo me mojo", dijo el tipo.

¡La pescadiña que se muerde la cola! Porque en el juzgado, la señora jueza se negó a expedir tal orden y le dijo a Don Daddy que se presentase el día D sin certificado ni nada (¿entonces para qué coñe lo pides?) y que ya se vería. Y como bien se vió, se dictaminó que estamos casados desde hace tiempos inmemoriales.

Y creería una, en su ingenuidad, que estoy muy mal de lo mío, que nos derían el certificado el mismo día de la sentencia. Pero no fue así, y Don Daddy volvió a casa diciendo que le habían dicho que volviera a buscarlos a los dos o tres días. Y fue, y le dijeron, de nuevo, que volviese a los dos o tres días. Y este juego matemático se repitió varias veces, como en "Las doce pruebas de Ásterix", hasta que un alma caritativa le dijo "que no, chico, que tienes que hacer una solicitud y tarda dos semanas". ¡¡¡EXIJO QUE ALGUIEN ME LO EXPLIQUE!!! Total, que con el cuento de los dos o tres días perdimos todo el mes de Marzo para al final recibir, por fin, el famoso certificado de matrimonio, a principios de abril, ¡y que la fecha de nacimiento del choopla estuviese mal por un día! (Por supuesto, malo sería que estuviese todo perfecto) Y al final, el certificado verdadero no lo tuvimos hasta mediados de abril, tras desembolsar una increíble cantidad de dinero para que nos diesen uno sin errores, y así poder solicitar el libro de familia... que otra vez nos dijeron lo de los dos o tres días hasta la saciedad, para que tardase dos semanas. Muy heavy todo.

Ayer, Don Daddy llegó del trabajo con el libro envuelto como oro en paño, y allá me fui yo, a hojearlo, ¡a ver en qué se habían equivocado esta vez! para cerciorarme de que todos mis datos estaban bien y descubrir, extasiada, que la página siguiente a la de mis datos, que en un principio creí que para para inscribir a los hijos, bien mirado, era idéntica a la mía... y la siguiente también, ¡y así una tercera! Y que luego ya empezaban las páginas para los chooplas. Y corrí a buscar a Don Daddy, injuriada hasta el tuétano porque sí, señoras, ¡esas otras tres páginas son para las otras tres esposas!  (Que no tendrá)

¡¡Y yo que pensaba que esto eran leyendas!!

25 de abril de 2013

Fauna y flora: el gurupedi.

Va sin animosidad, ¡he dicho!

Una entra en este selecto y exclusivo grupo de la maternidad de golpe y porrazo, sin saber bien lo que ha pasado, desorientada y vulnerable, sobre todo vulnerable, para de repente darse cuenta de que, sin comerlo ni beberlo, se ha metido en una especie de secta donde los gurús proliferan como las setas, y muchas otras madres, igual de desorientadas y vulnerables, siguen ciegas sus palabras sin plantearse de qué va el percal.

Hablo de ese ser de intenciones desconocidas que, en lugar de dedicarse a hacer su trabajo (que es curar enfermos de tamaño reducido), se dedica también a cargarse lactancias, a amargar a pobres madres afirmando que coger a la prole en brazos cuando llora está muy mal, a mirar por encima del hombro a las familias que tienen el valor de admitir que colechan, y a recomendar hábitos alimenticios lejanos del estándar mundial.

Pero no te das cuenta de todo esto hasta que empiezas a escuchar a las otras madres comentar sus visitas regulares con el gurú. "Uy, sí, mi fulanito este mes pesaba esto y medía lo otro. Está en el percentil miratúquébien. Y el médico nos ha dicho que tiene que dormir sólo en su cunita." "Que le de cereales para dormir" "Que le empiece con la fruta a los tres meses", y así un largo sinfín de recomendaciones de las que no das crédito y empiezas a sentirte alienada y alienígena, porque el choopla no ha visto a un gurú-pediatra de estos desde que salió del hospital a la mañana siguiente de nacer, que en el desierto somos tipos duros, y ahí sigue, respirando con toda profesionalidad, sin necesidad de que nadie le diga cómo inhalar y cómo exhalar.

Te preguntas a qué viene esta obsesión por medir y remedir a un niño sanote que crece con normalidad, está activo y alegre, y te preguntas también si secretamente no será esta una manera oculta y subliminal del gurupedi para ir metiéndose en la vida de los padres primerizos y desorientados, y controlarlos desde el más allá, con la sonrisa de quien "conoce al niño". Y te preguntas, sobre todo, cómo es posible que al mínimo malfuncionamiento del bebé (léase a la total normalidad del bebé, o lo que es lo mismo, llorar, no dormir por las noches, etc, etc) estas madres que han caído bajo el poder de la secta, no piensen otra cosa que "voy a consultarle/llevarlo al pediatra". ¿En qué momento hemos perdido la humanidad y el instinto de supervivencia? ¿En qué momento es lógico y normal llevar a un niño al médico por la más mínima nimiedad?

A veces te parece que la gente en vez de un bebé cree tener un muñeco que responde a un número limitado de funciones, y en cuanto se les sale de la norma, ¡zaca! ¡Se les rompió el muñeco, y hay que llevarlo a reparación! Y se te ponen los pelos de punta de pensar en todos esos niños que ceban con cereales para que duerman "mejor", por no hablar de los que medican, cuando la técnica de llenarles el buche para que no se puedan mover, cual adulto tras copiosa comida navideña, no funciona.

Y te da miedo. Mucho miedo.

Se te ponen la piel de gallina cada vez que escuchas a una madre aconsejarle encarecidamente a otra que lleve a su vástago al pediatra, que lo que tiene no es normal, porque a los seis meses ya deberían dormir del tirón (falacia). Y te quedas con la boca abierta, y te dan ganas de darte de cabezazos contra la pared.

Y el gurú, desde su consulta, se frota las manos y domina el mundo desde su dictadura personal porque, señores, nos guste o no, los pediatras no estudian para decirle a los padres dónde debe dormir el niño, ni en su gran mayoría tienen idea de lactancia, ni pitos, ni flautas, con lo que, excepto en el caso de las enfermedades de chiquitajos, que es lo que son su especialidad, no tienen ni idea de lo que dicen y hablan o bien desde su opinión o experiencia personal (por tener familiares con bebés, o tenerlos ellos mismos) o de oídas, o de prejuicios, que es peor. Pero como la bata blanca impone un mundo, la gente achanta y calla, ¡que lo dice el gurupedi!

Y te miran raro.

Y a ti, a ti te resbala bastante, porque las ves que se matan entre ellas en una absurda competencia percentilesca, y se pasan la vida en consulta porque el nene tiene mocos o se pasaron cortándole una uña, o se despierta dos veces de noche, ¡válgame la herejia! y tú no puedes dejar de observarlo todo con cierto escepticismo. Y luego miras a tu choopla, que en 8 meses sólo ha cogido un catarro (y porque se lo pegó Don Daddy hace un par de días), que se da de leches contra los barrotes de la cuna a diario y casi se parte el labio trepando por una mesa ayer, y te preguntas si estará hecha de la misma pasta o es alienígena también.

Y lo único que te queda por hacer es dar gracias de que la oscura fuerza de esta secta no te haya atrapado todavía.

23 de abril de 2013

Gymkhana burocrática (4): el edicto misterioso.

Sentimos haberles abandonado en nuestra prometida entrada del lunes, pero por causas de fuerza mayor y enfermedad del choopla, hemos tenido que aplazar el escrito de este encomiable documento.

Pasó junio. Pasó julio. Y llegó agosto. Pasados cuatro meses desde que en el ya lejano abril entregase yo los documentos en ventanilla, con el funcionario de turno alentando mis ilusiones de tener la capacidad en tres meses, perdí la esperanza, y si sumamos a esto los 40 grados a la sombra de cada día en el mes de Ramadán en el desierto, el noveno mes de embarazo (con su consiguiente calorazo, que convertía los mentados 40 grados en algo así como 60), y el agobio terrorífico de estar en aquel momento viviendo en una habitación y buscando piso (esta es toda una aventura a la que dedicaré otra saga), mis picos de estrés casi se encargan de que también perdiese la cordura.

Y entonces volvió la mamma de la tierra de piel de toro, y aunque llamó al consulado del desierto para averiguar qué es lo que se cocía tras sus inhóspitos muros, no obtuvo ninguna respuesta convincente (porque el hombre bucólico, el que me dijo lo de los tres meses, el que resopló cuando le dije que yo antes vivía en Tokyo, el mismo, señores, que tras entrevistarnos puso en clara evidencia que no se había molestado en mirar el dossier antes de citarnos, ese hombre estaba de vacaciones).

Y pasó lo que tenía que pasar.

Lo que yo había temido como si fuera la peor de mis pesadillas, ocurrió.

El choopla nació antes de que tuviésemos en nuestras manos la capacidad (cual imposible Santo Grial).

Y ya no hubo vuelta atrás.

Por si se nos ha olvidado a dónde queríamos llegar con toda esta gymkhana burocrática, el objetivo principal era conseguir la capacidad antes del nacimiento del choopla, para que Don Daddy y yo pudiésemos casarnos antes del evento, y registrar a la nena inmediatamente, que no reconocer su existencia está muy feo, por no mentar de nuevo las posibilidades de Don Daddy de convertirse en convicto por engendrar hijos bastardos.

¿Y ahora qué?

Como no sirve de nada lamentarse, aquí es donde nos tocó apandar con los acontecimientos y seguir la ruta número dos, el plan B, o lo que es lo mismo, la segunda gymkhana burocrática, diseñada para desquiciar a las mentes más estables.

El edicto, y por consiguiente, la capacidad no llegó a nuestras manos hasta noviembre, una vez que, tras negarse el consulado del desierto a preguntar a la embajada de Tokyo si lo habían enviado de vuelta ya (¿que no son coleguitas? ¿que no trabajan para el mismo gobierno? ¿que no es lógico que se puedan poner en contacto? y lo más inquietante, ¿no saben los del consulado del desierto buscar el número de teléfono del Chiringuito de Roppongi online, que está a la vista de cualquiera?) - con el consiguiente resultado de que yo misma tuve que esperar una noche a que me dieran las tantas jigonas (por aquello de la diferencia horaria) para llamar a la hora de apertura y preguntarle al funcionario de turno si tenían allí mi edicto y si lo habían enviado, para que me dijeran que "sí, ¿por qué? ¿no ha llegado ya?" y ante mi negativa, fuesen ellos, serviciales, los que se ofreciesen a enviar una copia via fax, para agilizar los trámites.

Por entonces, el inexistente choopla tenía ya 2 meses y poco.

Y como no todo es tan fácil como parece (con lo sencillo que es decir "me caso y registro al choopla") nos embarcamos en otra odisea digna de Ulises, todo ello con el objetivo de casarnos, requisito previo para hacernos con un libro de familia que a día de hoy no tenemos (ya que el juzgado del desierto no dictaminó el matrimonio como válido hasta el 28 de febrero y de ahí a que recibiésemos el certificado pasó un mes) y que resulta ser necesario para, probablemente mediante otro proceso judicial (y lo que farda pasarse la vida en el juzgado) por fin, ¡por fin! registrar el nacimiento del choopla, que a estas alturas ya es un acontecimiento muy, muy antiguo.

18 de abril de 2013

Gateo 1.0

Y yo que quería ser constante y publicar lunes y jueves, como una bloguera de bien, que escribía las entradas con anterioridad y las programaba para que fueran publicadas el día pertinente a eso de las 10am (GMT), soy una vez más víctima de la vida, que es eso que te va sucediendo mientras tú te empeñas en hacer otros planes.

Y es que en la casa del desierto hemos tenido grandes cambios de última hora ya que, desde el domingo pasado, el choopla se ha lanzado a gatear y, si ya era hiperactiva antes dentro de su movilidad limitada, ahora me paso el día o bien persiguiéndola o bien haciendo lo que sea que tenga que hacer con un ojo en ello y el otro en el choopla, con la consecuencia inmediata de que estoy a puntito de empezar a bizquear y volverme loca, más o menos a partes iguales.

Ya apuntaba maneras cuando a eso de los 6 meses empezó a arrastrarse cual guerrillero, echando las manos por delante y arrastrando el cuerpo detrás, y a ponerse en posición de gateo y balancearse hacia adelante y hacia atrás como si no hubiera un mañana, cual loco en camisa de fuerza en la esquina de una habitación acolchada repitiendo "Yo he visto a Curro" sin cesar (¡guiño a los noventa!) Y el domingo, a 10 días de cumplir los 8 meses, decidió que ya estaba harta de pasarse el día en el mismo sitio y empezó a gatear, como digo, pero no como una principiante, ¡qué va! ¡Con decisión, porte y gallardía! ¡Como si llevase haciéndolo toda la vida (y hasta ahora se hubiese dedicado a engañarnos vilmente)! Y yo, que en una charla teléfonica el día anterior le había dicho a mi abuela entre risas que no, que el choopla no gateaba todavía tuve que retractarme y enviarle el vídeo prueba de los nuevos avances vía e-mail (que mi abuela es mu moderna) para que me espetase un predicho "¿Pero tú no decías que no gateaba?" "Pues no, abuela, es que AYER, no gateaba".

Se acabó la buena vida.

De verdad, ¿quién dijo que lo difícil es cuidar a un recién nacido, que se te va la vida en alimentarlo, cambiarle los pañales y vuelta a empezar? ¿Y que luego las cosas se van haciendo más fáciles? Con el choopla las cosas sólo van en una dirección, que es subir de intensidad hasta niveles insospechados por lo que Don Daddy y yo arrastramos las ojeras a la altura de los pies y el cansacio al nivel de la estratosfera, y a mí el día se me va en recoger al choopla de sus intentos de autoinfanticidio (véase rodarse contra una mesilla de noche con peligro de abrirse la chota contra el canto, comerse los cables de la tele enchufados, trepar por una mesa, pillarse los dedos en el armario, y un sinfín de verbos peligrosos en voz pasiva) y volverla a traer. Y sentarla en la manta. Y ver como se vuelve a alejar gateando a cien por hora con cara de velocidad. Y decirle "NO" bien alto, por si cuela (NO funciona). Y levantarme otra vez, y traérmela cual gato agarrada por la piel de la nuca (esto es una comparación, no prueben a hacerlo en casa). Y vuelta a empezar en un bucle infinito sólo interrumpido por dos micro siestas de diez minutos cada una, y la hora de la comida.

Porque claro, ahora que domina la movilidad y la vida no es tan aburrida, para el choopla que, salvo sus dos primeras semanas de vida, nunca fue gran fan de Morfeo, lo de dormir es el súmum del aburrimiento y lo evita de todas las maneras posibles (no sólo la siesta sino también el descanso nocturno), y al final lo que tengo es un choopla hiperactivo con ojeras, que no para de frotarse los ojos y se arrastra poseído por la casa, con cara de zombie feliz.

Y a Don Daddy lo único que se le ocurre para evitar que roya (¿se dice así?) los cables de la tele es desenchufarlos y permitir que les hinque la encía con tesón, para mi horror cuando lo descubro. Teoría "she will move on" porque Don Daddy piensa que, ya que pasa de sus juguetes, si se le permite jugar con el resto de las cosas, también acabará pasando de ellas de igual manera. Y yo que lo dude.

La locura ha llegado al desierto, para quedarse.

16 de abril de 2013

El arte del pañalerío

¡Mercedes va por usted!

Lo reconozco: os mentí. Sin premeditación ni alevosía, sino porque se me fue el santo al cielo, pero eso no anula la verdad innegable de que os mentí. ¿Cuándo?, diréis. Pues el jueves pasado. ¿En qué? Pues que en las compras que relataba de cachivaches para bebezolos, afirmé sin que me temblase el pulso que, por lo alto, yo me habría gastado 50 euros en el choopla. Es mentira, y es verdad... es mentira porque me gasté mucho más después, y es verdad si aplicamos la afirmación única y exclusivamente a las compras "pre-bebé".

¿Y en qué te gastaste tanto, mentirosilla? Pues, señoras y señores, (habiéndome llamado la atención mi mentora en exclusividad cuando en la página de facebook preguntaba yo por los cachivaches que os resultan imprescindibles) hete aquí la respuesta: ¡en pañales de tela! Sí, sí, de los que se lavan y se vuelven a usar, esos mismos.

Y si por si acaso se están llevando las manos a la cabeza y empezando a vocalizar el consabido oh my God mientras se imaginan tandas y tandas de gasas blancas atadas por imperdibles, como en la época de nuestras bisabuelas, apiñadas en una cesta y listas para ser lavadas (a mano, que queda más bucólico y más antiguo), aclaro también que los pañales de tela de hoy en día son una monisitud, y no requieren grandes cuidados, ni lavar y frotar a mano. Las gasas blancas también siguen existiendo, por supuesto, pero dada la edad del choopla cuando empezamos con el pañalerío, ya se nos quedaban cortas en tema de absorción, y tiramos más hacia la utilidad y la bonitez, eligiendo, entre los muchos tipos de pañales de tela que hay, los todo en dos (cobertor + absorbente) y centrándonos en los bitti tutto y Pop-In (hale, ¡publicidad descarada! ¡y eso que no me pagan comisión!).

Yo supe de este tipo de pañales por primera vez a través de un foro y, habiéndome imaginado (como seguramente habrán hecho ustedes) la mítica gasa con imperdible de los dibujos animados, me dije "¡en la vida!". Pasa que luego me entró la curiosidad y me puse a investigar, y a lo tonto a lo tonto, me hice un máster (como con los baberos) de todos los tipos de pañales habidos y por haber, me enamoré de su bonitez, y me dediqué a lavarle el cerebro a Don Daddy con la colaboración del culete del choopla, que como encima nos salió delicadita, se irritaba con todos los pañales desechables, sin importar cuántas marcas probásemos (¡ni con los repugnantes Pampers y su aromaterapia!) y, a poco para cumplir los dos meses de vida, dimos el salto.

No hay color. De verdad. Y no os estoy intentando lavar el cerebro a vosotros también, que total ni me va ni me viene (si me diesen comisión me lo pensaba...) pero he de decir que de verdad me quedé impresionada. Las rojeces del culito desaparecieron milagrosamente al poco de empezar a usar pañales (y no digo unos días, digo como que en el primer cambio) y los escapes de cacolas explosivas (sí, sí, esos que todos conocemos pero de los que nadie habla, los que llegan hasta el hombro del bebé aunque este, en su indigna y vergonzosa situación, quiera disimular y haga como si nada) también se esfumaron. En resumen, que no podría estar más contenta y que sí, que lo reconozco, que me gasté una pasta, pero bien que la estoy amortizando ya que la verdad, mi ajuar pañalero es más bien reducido (¡si me estoy apañando con 8 bitti tuttos y 2 Pop-In, soy malabarista!) y los desechables, aunque el desembolso parezca menor porque se hace a plazos, al final son una ruina.


Y chicas, nunca es tarde si la dicha es buena, y este post viene a cuento no sólo de retractarme de la mentira que les colé y de honrar a mi mentora pañalera, sino de comunicarles que ésta, ¡ésta y no otra! es la SEMANA MUNDIAL DE LOS PAÑALES DE TELA (Real Nappy Week)



Y para celebrarlo con dignidad, el 20 de abril, sábado, a las 11am se celebrará, en más de 17 países el mayor Cambio Simultáneo de Pañales de Tela del mundo mundial, con el objetivo de entrar en el Libro Guinnes de los Récords.

En España se celebrará el evento en Madrid, Valencia, Gijón, Huelva, Málaga, Cangas de Morrazo, Barcelona y Palma de Mallorca, ¡así que ya sabéis! No tenéis excusa para no acudir y colaborar en el cambio de pañal (las que vayáis, por favor, cambiad pañales en nombre mío y del choopla, ya que en el desierto carecemos de eventos tan ideales y este año nos quedamos sin participar).

Para dudas respecto al lugar del evento en sus diversas ciudades, pueden buscarlo en "Find a Location" en el link correspondiente, o pueden preguntarnos directamente a mí o al choopla aquí en los comentarios, en la página de Facebook o en twitter. Estaremos encantadas de ayudar en la medida de lo que nos sea posible.


¡Tela, SIEMPRE!

15 de abril de 2013

Gymkhana burocrática (3): audiencia ¿reservada?

Como lo prometido es deuda, aquí está la respuesta a la preguntaba que les formulaba en la anterior entrega de la gymkhana burocrática: ¡nos citaron para la entrevista nada más y nada menos que el 1 de agosto! (¿acertó alguien?)

¿Perdón? ¿He dicho el 1 de agosto?

Sí, sí, habéis leído bien.

Y es que es cierto, yo entregué los papeles la primera semana de abril. Así como es cierto también que en el registro desértico me juraron y perjuraron que la capacidad estaría en mis manos en 3 meses a más tardar. Pero oigan, a mí (que siempre se me han dado muy mal las mates, pero que lo más básico creo dominarlo) no me salen las cuentas. A ver, a ver,... hmmm... abril-mayo (1), mayo-junio (2), junio-julio (3)... agosto... agosto... ¿¡y agosto!? ¿EINS?

Como lo leen. Me juraron y perjuraron que el período de tres meses se publicaría el edicto, nos llamarían para la entrevista, y me entregarían el papel. ¡Y cuán grande sería mi sorpresa cuando (a principios de junio, para más INRI) recibo la citación para agosto! No me desmayé porque no lo quiso así el destino, y conste que de aquellas todavía no estaba curada de espanto.

Montando en cólera (no es para menos) mi progenitora llamó a su conocido consular para preguntar qué significaba esto, e indagar respecto a la posibilidad de cambiar la fecha, para recibir como respuesta que "ah, si te viene mejor antes, se cambia mujer" (y luego habrá quién niegue que España es un país de pandereta...). Así que hicimos una petición oficial, un documento muy serio, con mi número de DNI y todo, de esos que imponen mucho, y pedimos que se adelantase la fecha para que, al día siguiente nos dijesen que "vale, ¿y el 8 de junio, te viene bien el 8 de junio?". COOOOOOOOÑE, ¿si eso es pasado mañana? (gritó mi yo interior entrando en pánico) Pero como a estas oportunidades uno no le puede decir que no, porque da mucho miedo pensar en cómo se puede acabar de lo contrario, removí cielo y tierra para que Don Daddy se personase en tierra consular el día D a la hora H. ¡Ahora sí que sí! Yo no cabía en mí de gozo pensando que entraría por esa puerta con mi bolso de Dior y saldría en pos de un papel de mucho más valor que tamaño accesorio.

(El hecho de que, habiéndome citado para dos meses más tarde, pudieran adelantar la audiencia sin grandes aspavientos, lo que significa que por tiempo no sería, me lo voy a saltar porque se me hace mala sangre y ya se sabe que eso no es bueno para la tensión arterial)

Y llegó el día. Dos meses después de haber entregado los papeles, como bien recordaremos: el dossier en la ventanilla del registro y los documentos originales y traducidos de Don Daddy en la ventanilla de legalizaciones. Este es un detalle que parece nimio pero que se probará de gran importancia en los acontecimientos que estamos a punto de relatar.

¡Y allá nos fuimos! Con nuestras mejores galas, preguntándonos qué nos iban a preguntar, aunque suene redundante, y con mucha, mucha esperanza y, todo sea dicho, un poquito de nervios, porque eso de audiencia reservada suena muy adulto y muy serio, y da mucho miedito.

Tras hacernos esperar unos instantes en una salita con un sofá que bien podría datar del siglo quince, con reloj de cuco a juego, y cuando el ambiente medieval ya empezaba a colárseme en las venas, me llamaron a mí primero. Y allá me fui, detrás del encargado. El mismo hombre bucólico que me había dicho lo de los tres meses y había resoplado cuando le dije que yo antes vivía en Tokyo. Y no di crédito. La audiencia "reservada" tuvo lugar no en un despacho y a solas con el individuo en cuestión, sino en una oficina común, de cuatro metros cuadrados si no menos, donde habían apiñado cuatro escritorios (con sus consiguientes funcionarios), y como estaban pegados uno al otro, yo tuve que someterme al tercer grado sentada detrás de mi entrevistador, que recitaba las preguntas con letanía a la que yo respondía con sarcasmo mirándole la nuca y conteniendo la risa, mientras el resto de funcionarios fingían hacer sus labores pero escuchaban con atención y la mirada perdida. Yo, de aquellas, conocía este acontecimiento como la entrevista, hasta que una amiga me sacó de mi ignorancia informándome de que, en efecto, se llamaba audiencia reservada. Lo que yo me pregunto es si el consulado habrá consultado a la RAE antes de aplicar el adjetivo, porque o bien yo me he quedado antigua, o de reservada tiene lo que un colmenar de abejas en plena primavera.

Terminadas las preguntas de rigor, cambiamos de jugador. A mí me echan y entra Don Daddy. Y terminadas las preguntas que le hicieron a él, me llaman a mí de nuevo para confirmar que sí, que queremos casarnos. ("Ay, calla, no, que he cambiado de opinión... ¡No te j***!")

Pero el golpe final está por llegar.

No contentos con el lío de la citación y la fecha, ni con hacernos una audiencia reservada más pública que un concierto de Shakira, el encargado demostró su sumo desinterés cuando, al final, abrió nuestro dossier diciendo "Vamos a ver si está todo", momento en el que se encendió una alarma en mi cabeza. ¡Señor, que este dossier lo entregué hace dos meses! ¿Me está diciendo que en dos meses no se ha molestado ni en hacer que lo ojeaba? ¿DE VERDAD? Pasa la solicitud, bien. Pasan mis certificados, bien. Y de repente se le nubla la mirada... "Los documentos de Don Daddy no están" afirma, compungido. ¿PERDÓN? Y aquí, la mosca que llevaba dos meses anidada tras mi oreja, hace su entrada triunfal: "Los entregué hace dos meses en la ventanilla de legalizaciones, después de entregar el dossier, y ellos me dijeron que cuando estuvieran listos los pondrían con el resto de los documentos". "Ah" contesta el hombre, iluminándosele de nuevo la sonrisa "entonces estarán allí todavía".

¿QUÉ? A día de hoy todavía tengo la mandíbula desencajada.

Para rematarlo, y después de hacernos firmar un papel en el que reiterábamos nuestra intención de casarnos, el tipo nos dijo que entonces enviarían el edicto a Tokyo y que cuando volviese ya me llamarían para darme la capacidad. (La historia original era que el edicto sería publicado por 15 días antes de hacernos la entrevista, ¡y no me digais que en dos meses no tuvieron tiempo!) Aquí, antes de desesperar, tuve la ocurrencia de preguntar que entonces cuánto tardaría (veamos, si el edicto lo ponen 15 días, y entre que va y viene... como mucho, ¡como mucho! un mes, ¿no?) "No sé, no sé, dos o tres meses" afirma, sin consternación. Y aquí, una señora funcionaria que estaba en el escritorio de enfrente (recordemos que esto de reservado, lo mismo que la pescadería) se unió a la cantinela rotunda y tirando por lo alto dijo que tres meses. Ni que Japón estuviese en Marte.

Y así fue como perdí la poca confianza que me quedaba en el consulado, y salí de allí con un nudo en el estómago y la certeza de que, a partir de ese momento, el tiempo no sólo corría en mi contra, sino que yo llevaba todas las de perder.